

DIARIO DE UNA BODA
PALOMA
Nos conocimos a finales del año 2012, la noche en la que el celebraba su 17 cumpleaños. A lo largo de los años la relación se fue consolidando a muchos kilómetros de distancia entre Carolina del Norte y Gijón, hasta que en el 2019 nos fuimos a vivir juntos a Madrid. En Enero de 2023, para celebrar nuestro décimo aniversario juntos nos fuimos de viaje a Nueva York y manera inesperada me propuso matrimonio junto a la fuente de Bethesda en el emblemático Central Park.
A partir de ahí empezó la organización de nuestro gran día. Lo primero que escogimos fue el sitio para la celebración, una preciosa finca llamada Castiello de Selorio, a las afueras de Villaviciosa, en Asturias, rodeada de naturaleza.
Para los preparativos mis amigas me regalaron un conjunto precioso de bata y camisón de Serên Collection que no podía encajar más con mi personalidad. Después de desayunar esa mañana, empezaron los preparativos y Peluquería Suárez y Yolanda Abarrio makeup comenzaron a peinarme y maquillarme en este día tan especial. Con ellos se encontraban Alvaro de Reina nuestro fotógrafo, y junto a Eleven Moments, el equipo de video, se encargaron de inmortalizar de manera increíble el gran día.
Como complementos para mis vestidos llevaba una rivière antigua de mi abuela, unos pendientes vintage de 1920 de Joyería Sardinero y unos zapatos Manolo Blahnik, dando así el sí quiero más especial de toda mi vida.
Cuando comenzamos con el diseño del vestido, uno de mis requisitos principales era llevar una estrella bordada en honor a nuestros abuelos que no pudieron estar presentes ese día y junto con el trabajo de la artesana Cecilia Rossi, logramos plasmarla en un cuerpo de tweed como pieza principal y para resaltarlo se realizó pasamanería en el mismo tejido para los puños, el bajo y el escote, todo ello bordado a mano con mucha delicadeza.

La celebración de la ceremonia fue en la Iglesia de Santa Eulalia de Selorio y estuvo amenizada con Tesitura musica y con adornos florales a cargo de la floristería El Campo.
Con la ayuda de Mar de Septiembre nuestra wedding planner preparamos la finca para ese día. Para amenizar el cóctel, mientras nos hacíamos las fotos, contamos con Catalina Rodriguez Villazón, acuarelista que se encargó de hacer ilustraciones personalizadas en directo, un recuerdo increíble para nuestros invitados. También había puestos de alpargatas, paipais, sombrillas, cámaras desechables, un “Glitter Bar”, pegatinas personalizadas, tatuajes con la cara de nuestro pequeño perro Nemo, fotomatón e incluso un quiosco que sin duda fue de lo más aclamado de la boda. El catering corrió a cargo del grupo Deloya Gastronomía ofreciendo un cóctel de bienvenida que cuidaba cada detalle de la restauración de ese día.
Para nuestra entrada en el cóctel hice mi primer cambio de look. Sustituí mi chaqueta de tweed por un cuerpo de nido de abeja confeccionado en organza de seda y bordada a mano con pequeñas rocallas en un tono plata envejecido muy sutil, un diseño de Zinnia junto con la artesanía de Cecilia Rossi.
A continuación se celebró la comida en el precioso invernadero. Durante los meses previos a la boda, trabajamos mano a mano con unas personas muy especiales para nosotros; nuestra amiga Rocio y su socia Adela, fundadoras de Kuramae, quienes se encargaron de hacernos las invitaciones y la papelería para la boda.
Después de la comida llegó un momento que siempre guardaremos en el corazón; el discurso de la hermana de Félix, unas palabras llenas de admiración y amor hacia nosotros dieron paso al baile más especial que haremos nunca.
Y aquí llegó mi tercer cambio de look. Un vestido corto realizado en crepe blanco con textura rústica y aplicaciones de flores en abalorio blanco, rocalla y Swarovski. “Siempre lo tuve claro; el día de mi boda quería disfrutar la fiesta con un vestido corto y cómodo”. Abrimos el baile con nuestros padres; al ritmo de “Dancing Queen” de Abba y ahí llegó nuestro momento, empezó a sonar nuestra canción, “Can´t help falling in love” de Elvis Presley, una canción que para nosotros es muy especial, ya que nuestros inicios en la relación fueron difíciles por la lejanía pero el amor que nos teníamos podía con la distancia.Y por fin llego la fiesta y con ella la Villaboy Band para hacernos cantar, saltar y no parar de bailar, durante casi dos horas donde Jorge y sus chicos hicieron magia.